Hacía tiempo que no visitaba Salamanca en invierno, en diciembre, en las navidades familiares y no recordaba el frío y el viento que recorre sus calles cuando decides ir la biblioteca de la Casa de las Conchas, a comerte un pincho a los Van Dick o ir a comprar churros para la merienda de las seis de la tarde.
La vieja Salamanca con sus iglesias románicas y sus catedrales de piedra y silencio sigue viva y respirando el aire frío de la mañana.
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