Así estaba el aeropuerto internacional de São Paulo, este domingo a la hora de facturar las maletas para viajar a España. La compañía con la que viajamos (no haré publicidad gratuita) nos informó que el avión saldría con dos horas de retraso, que después se convirtieron en tres. El problema fue esperar todo ese tiempo en una sala de embarque minúscula donde coincidimos tres vuelos internacionales, uno a Milão, otro a Detroit y el nuestro que iba a Madrid.
Casi no había asientos disponibles y la gente se fue instalando en el suelo con sus portátiles/notebook, tablets y móviles/celulares. En fin, nos dieron de cenar dentro del avión a eso de las dos de la mañana y después de diez horas de vuelo, por fin llegamos a Madrid.
¡Feliz Navidad para todos los viajeros maltratados por las compañías aéreas!
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