viernes, 25 de agosto de 2023

Feliz Cumpleaños



ÉL SE DESPERTÓ DE MADRUGADA cuando todavía no habían pasado gritando las araras del amanecer y para intentar volver a dormirse se puso a leer los cuentos de Juan Marsé, aquel escritor charnego que no quería recebir el Premio Cervantes. Después hubo que levantarse y preparar un desayuno para tres. En el móvil llegó el primer mensaje de una farmacia que le felicitaba por su cumpleaños y le recordaba que estaban con excelentes ofertas en la compra de medicamentos para curar la gripe, la melancolía y otros dolores leves del corazón.

Después de beber el segundo café sin azucar pero con un poco de miel se animó a poner la lavadora, camisas, camisetas, calcetines, ropa blanca, ropa de color, todo mezclado y girando en una sopa azul de detergente y suavizante en oferta.

Antes de poner manos en la masa llamó a su familia y le dijeron que el día que nació era domingo y eran las doce del mediodía. Aquí es invierno y la humedad del aire es parecida a la del desierto de Atacama. El aire que se respira está tan seco que parece que escupes algodón cuando se tose compulsivamente.

A eso de las 10 y media de la mañana se puso el delantal e hizo una paella para no olvidarse de su país y comió con su familia y enseguida se fue a trabajar a la escuela donde imparte clase de español.

Los alumnos le cantaban: "Parabéns!! Pra você, nesta data querida" y él agradecía y sonreía con una mueca de tristeza porque inevitablemente se acordaba de sus padres y de sus hermanos.

Llegó el atardecer, el pastel de chocolate con aquellas velas que no consigues apagarlas y las araras gritaban de nuevo o como explica el diccionario de la lengua portuguesa, las araras grasnavam o tamarelavam porque se volvían a dormir a su casa y tal vez verían en la televisión un capítulo más de la novela da globo.

Había sido su cumpleaños, 55, casiná y el viernes se terminaba en el ardiente Mato Grosso sin llover un día más. Tal vez, la lluvia vuelva en septiembre y él ya se habrá curado con los medicamentos de la farmacia, aquella dulce melancolía que en Brasil la llaman "Saudade".

No hay comentarios:

Publicar un comentario