Deixo aqui aos leitores brasileiros deste blog, estos dois editoriais publicados pelo jornal espanhol "El País", aonde se reflete sobre os problemas que está tendo neste ano 2015, Brasil, o gigante da Iberoamérica.
O editorial é um tipo de texto utilizado na imprensa, especialmente em jornais e revistas, que tem por objetivo informar, mas sem obrigação de ser neutro, indiferente, por isso os acontecimentos são relatados sob a subjetividade do repórter, de modo que evidencie a posição da mídia, ou seja, do grupo que está por trás do canal de comunicação, uma vez que os editoriais não são assinados por ninguém.
O editorial é um texto: dissertativo, pois desenvolve argumentos baseados em uma ideia central; crítico, já que expõe um ponto de vista e informativo, porque relata um acontecimento.
O editorial é um tipo de texto utilizado na imprensa, especialmente em jornais e revistas, que tem por objetivo informar, mas sem obrigação de ser neutro, indiferente, por isso os acontecimentos são relatados sob a subjetividade do repórter, de modo que evidencie a posição da mídia, ou seja, do grupo que está por trás do canal de comunicação, uma vez que os editoriais não são assinados por ninguém.
O editorial é um texto: dissertativo, pois desenvolve argumentos baseados em uma ideia central; crítico, já que expõe um ponto de vista e informativo, porque relata um acontecimento.
El País, Sábado 7 de Marzo de 2015
EDITORIAL:
Terremoto brasileño
Si no actúa políticamente en el ‘caso Petrobras’, Rousseff puede verse arrastrada por el escándalo
Dilma Rousseff se enfrenta sin duda a lo que constituye el mayor desafío de su carrera con el escándalo político-financiero en torno a la petrolera estatal Petrobras y la trama de corrupción tejida en torno a ella durante años, que involucra a cientos de personas de los estamentos más importantes del país. La lista de 54 personas entregada por la Fiscalía al Tribunal Supremo —que contiene, entre otros, los nombres del expresidente Fernando Collor de Melo y de los actuales presidentes del Congreso y del Senado— representa un verdadero seísmo en la vida brasileña. Pero la misma elaboración de la lista, hecha pública el viernes por el Alto Tribunal, y la acción de la Fiscalía son un buen indicativo de que la justicia actúa. El Supremo ahora investigará y decidirá sobre personalidades muy influyentes y es probable que, finalmente, dé luz verde un proceso sin precedentes en la historia reciente brasileña.
Llegados a este punto, Rousseff no puede lavarse las manos y permanecer al margen como una ciudadana más. De hecho, presidió Petrobras entre 2003 y 2010. Los brasileños exigen también soluciones políticas, y más pronto que tarde. La presidenta fue reelegida el pasado otoño para un segundo mandato por un escaso margen y desde entonces ha visto descender sin pausa el crédito de la aceptación popular. La manifestación convocada para el día 15 pidiendo su destitución —y la creciente discusión sobre un (improbable) impeachment en el Congreso— son síntomas de que, si no se coloca sin ambages en primera línea de denuncia y combate contra el sistema engrasado de corrupción encarnado por Petrobras, la marea generada por la exigencia de limpieza puede arrastrarla.
Tras más de una década de éxitos sociales, crecimiento económico y aumento de la influencia internacional como nunca antes, Brasil se enfrenta a un delicado momento: sus líderes deben ser muy cuidadosos para no perder los avances conseguidos con el esfuerzo de toda la sociedad. La corrupción es la peor de las tarjetas de presentación para un país que ejerce el liderazgo regional. Y la sensación de que ha contaminado al sistema político y financiero es uno de los principales peligros para el funcionamiento democrático del país. Es la puerta por la que se puede colar un populismo al que hasta ahora, afortunadamente, Brasil ha sido inmune. Rousseff debe tomar medidas contra la corrupción y ayudar a aclarar el escándalo. Tanto ella como el país se juegan mucho.
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El País, Viernes 2 de Enero de 2015
EDITORIAL:
Otro Brasil para Dilma
La presidenta inicia nuevo mandato con menguado capital político y en un país en crisis
Poco va a tener que ver el segundo mandato que Dilma Rousseff acaba de iniciar al frente de Brasil con las expectativas suscitadas por su llegada en 2010 a la presidencia del gigante latinoamericano. La mandataria va a necesitar mucho más que buenas intenciones para lograr avances en cuatro años de Gobierno que ahora se inician con un panorama muy diferente del de entonces; y que inevitablemente habrán de centrarse en la recuperación económica y la lucha sin cuartel contra una enquistada corrupción.
Brasil es hoy una economía al borde de la recesión, con sus cuentas públicas en rojo y una inflación al alza que obligará a la presidenta a adoptar medidas drásticas, aún sin concretar. Y, sobre todo, un país sobre el que planea el imponente escándalo de la petrolera estatal Petrobras, que Rousseff dirigió hasta 2010. Petrobras es el foco de una red de corrupción que ha desparramado a lo largo de años casi 4.000 millones de dólares en los bolsillos de políticos y empresarios vinculados al gobernante Partido de los Trabajadores y a sus socios de coalición.
El capital político de Rousseff es más reducido ahora. La presidenta fue reelegida en octubre frente al liberal Aecio Neves por un margen muy estrecho. Brasil hoy es un país dividido políticamente, en el que tiene mucha más fuerza una oposición de centroderecha que venía siendo casi testimonial desde el triunfo del izquierdista Lula da Silva en 2002. Esa situación y la necesidad de severos ajustes ya han escorado al Gobierno a la derecha. Y aunque Rousseff asegura que las reformas de la postrada economía (la previsión de crecimiento en 2015 no llega al 0,8%) no afectarán a los más desfavorecidos, la designación de ministros conservadores coloca al nuevo Ejecutivo en el punto de mira de los movimientos sociales que apoyaron su reelección.
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