James Dean, ator, morreu prematuramente em um acidente de carro, foi um símbolo da rebelião juvenil em um momento de crise e mudança geracional na sociedade americana.
¿Tenía la belleza del ángel o del demonio? Tenía la grandeza urgente de los elegidos, la del ser que acaba siendo víctima de su propio fulgor, que resplandece en el ardor de la vela por ambos extremos, señalado por la pasión de la fugacidad que desafía al juego de lo eterno. Sigue representando la llama insolente de la juventud con toda su audacia y atractivo indómito. Se soñó en vida un mito siguiendo hasta el límite la sagrada consigna del “Vive deprisa, muere pronto y deja un hermoso cadáver”. Puede que se creyera su papel hasta las últimas consecuencias, con la suficiente motivación como para llegar al sacrificio, o tal vez los dioses le concedieron la oportunidad de entrar en el momento adecuado en el territorio supremo de la mitología, partiendo desde Hollywood, su principal sucursal en la Tierra. Desde entonces, forma parte del olimpo de los símbolos que han marcado nuestra cultura, tanto para alimento de corazones sin causa como fuente de ingresos para comerciantes de iconos. Luminoso ser en su oscuridad interna, no ha dejado de provocar la magnética sensación incombustible de la belleza en rebeldía, que conserva su fuerza y su atracción en el transcurso de las generaciones.
Texto de Jorge Luis Berlanga
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